Air Doll o el despertar de la conciencia

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“¿Pueden las personas llenar su propio vacío? ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Qué es un ser humano?”

Son palabras del director japonés Hirokazu Kore-eda, al presentar su película Air Doll, actualmente en cartelera.


Recién acabo de verla y me ha parecido una buena película, original y profunda, con una preciosa estética y pocas concesiones a las poses melancólicas, aunque con algún momento reiterativo y un final que  quizá rompe un poco la  sencillez predominante (y que me ha hecho recordar El imperio de los sentidos). Air Doll es un verdadero cuento sobre la condición humana, la búsqueda de la identidad y la relación con los otros. Nada más y nada menos.

La película puede abordarse de varias maneras. En mi lectura, que por el momento guardo para mí por ser todavía inmadura, ha estado muy presente la psicología arquetípica femenina de Clarissa Pinkola Estés, porque Air Doll concede particular peso a recrear el despertar de la conciencia femenina. Un cuento (obviamente una revisión de Pinocho) cargado de simbología, como deben ser los buenos cuentos: el invierno y la navidad, la manzana, las flores, la propia forma de muñeca… Dice Clarissa en su libro Mujeres que corren con los lobos:

“Los cuentos son una medicina. Me sentí fascinada por ellos desde que escuché el primero. Tienen un poder extraordinario; no exigen que hagamos, seamos o pongamos en práctica algo: basta con que escuchemos”

Que no es poco, añado yo. La verdadera escucha, la que es sinónimo de receptividad, es una habilidad poco frecuente en nuestros tiempos. Pero sin ella la vida carece de calidad poética. Hugo Mújica explica bien en qué consiste:

I.
La escucha poética, su comprensión,
no es una aprehensión,
es una entrega;

es la renuncia al deseo de poder ínsito en el saber,
renuncia al saber como posibilidad de posesión,
de borrar la alteridad.

II.
La comprensión poética no aboca a un discurso
sobre lo comprendido,
no es siquiera un acto del pensar:

es la sensibilidad,
la vulnerabilidad pasible de acoger,
de dejar venir, de amparar lo otro como otro;

es el dejarse alterar por la alteridad,
transfigurar por el sentido,
iluminar por la belleza,
o herirse por lo sublime.

III.
No se trata de una mera pasividad,
se trata de ser pasible,

capaz de acoger la alteridad como alteridad:
como fecundidad,
revelación que revela lo que crea.

Hugo Mújica. Lo naciente: pensando el acto creador. Valencia, Pre-Textos, 2007. p.82.

Porque no somos solo Homo sapiens sino también, y al mismo tiempo, Homo demens, Homo ludens y Homo poeticus, la literatura, la poesía, el cine, la pintura, y el resto de artes se constituyen en verdaderas escuelas de comprensión de la condición humana. Esta película, entre tanta chorrada y despropósito cinematográfico, es muestra de ello.

La escucha poética

I.
La escucha poética, su comprensión,
no es una aprehensión,
es una entrega;

es la renuncia al deseo de poder insito en el saber,
renuncia al saber como posibilidad de posesión,
de borrar la alteridad.

II.
La comprensión poética no aboca a un discurso
sobre lo comprendido,
no es siquiera un acto del pensar:

es la sensibilidad,
la vulnerabilidad pasible de acoger,
de dejar venir, de amparar lo otro como otro;

es el dejarse alterar por la alteridad,
transfigurar por el sentido,
iluminar por la belleza,
o herirse por lo sublime.

III.
No se trata de una mera pasividad,
se trata de ser pasible,

capaz de acoger la alteridad como alteridad:
como fecundidad,
revelación que revela lo que crea.

Hugo Mújica. Lo naciente: pensando el acto creador. Valencia, Pre-Textos, 2007. p.82.

hugo_mujica

Encontrado en la web del CETR.